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Salud

Zumo de tomate, antibiótico natural contra bacterias intestinales

Los investigadores comprobaron en laboratorio si el zumo de tomate realmente mataba a la Salmonella Typhi

Zumo de tomate, antibiótico natural contra bacterias intestinales

Por Paloma Santamaría eldebate.com

/ Foto ED

Desde hace décadas, diferentes estudios han mostrado que el consumo de tomate puede prevenir el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y cerebros vasculares así como ciertos tipos de cáncer, según una publicación de El Debate.

Ahora, una nueva investigación publicada en Microbiology Spectrum acaba de comprobar que el zumo de tomate puede matar la Salmonella Typhi y otras bacterias que pueden dañar la salud del tracto digestivo y urinario de las personas.

La salmonella es una enfermedad bacteriana común que afecta el tubo intestinal y cuya infección suele ser producto de la ingesta de carne, carne de aves, huevos o productos a base de huevos crudos o poco cocidos, o de leche no pasteurizada.

El investigador principal del estudio, Jeongmin Song, profesor de la Universidad de Cornell explica: «Nuestro objetivo principal en este estudio fue descubrir si el tomate y el jugo de tomate pueden matar los patógenos entéricos, incluida la Salmonella Typhi, y, de ser así, qué cualidades tienen para que funcionen».

Los investigadores comprobaron en laboratorio si el zumo de tomate realmente mataba a la Salmonella Typhi. Una vez que se aseguraron de que así era, el equipo examinó el genoma del tomate para encontrar los péptidos antimicrobianos involucrados, proteínas muy pequeñas que dañan la membrana bacteriana que los mantiene como organismos intactos.

Los investigadores eligieron cuatro posibles péptidos antimicrobianos y probaron qué tan bien funcionaban contra Salmonella Typhi. Esto les ayudó a encontrar dos péptidos antimicrobianos eficaces.

El descubrimiento más significativo es que el jugo de tomate es eficaz para eliminar Salmonella Typhi, sus variantes hipervirulentas y otras bacterias que pueden dañar la salud del tracto digestivo y urinario de las personas. En particular, dos péptidos antimicrobianos pueden eliminar estos patógenos al dañar la membrana bacteriana, una capa protectora que rodea al patógeno.

«Nuestra investigación muestra que el tomate y el jugo de tomate pueden eliminar bacterias entéricas como la Salmonella », dijo Song en un comunicado. Los investigadores dijeron que esperan que cuando el público en general, en particular los niños y adolescentes, conozcan los resultados del estudio, quieran comer y beber más tomates, así como otras frutas y verduras, porque proporcionan beneficios antibacterianos naturales a los consumidores.

COMPONENTES

Según la Fundación Española de la Nutrición, el tomate está compuesto principalmente por agua y su macronutriente mayoritario son los hidratos de carbono. Entre las vitaminas, cabe destacar el contenido en vitamina A, básicamente en forma de carotenoides provitamina A y vitamina C. Una ración de tomate cubre el 61 % de las ingestas recomendadas de vitamina C.

Entre los carotenoides no provitamina A, están los licopenos cuya cantidad depende de la variedad cultivada (mucho mayor en los de «tipo pera»), del grado de madurez (mayor en los maduros) y del modo de cultivo y forma de maduración (superior en los cultivados al aire libre y madurados en la planta). El tomate triturado o cocinado y su combinación con aceite, mejora la absorción del licopeno en el organismo.

Salud

Reportan un primer paciente «curado» de diabetes tipo 2

Según reportaron los médicos tratantes de este caso, el paciente corría un riesgo importante de sufrir complicaciones derivadas de la enfermedad

Por María Camila Sánchez medicinaysaludpublica

Foto MSP

Un hombre de 59 años que había sido diagnosticado con diabetes tipo 2 hace 25, fue sometido a un trasplante celular que permitió remitir por completo la enfermedad.

Según reportaron los médicos tratantes de este caso, el paciente corría un riesgo importante de sufrir complicaciones derivadas de la enfermedad. De hecho, se dice que el hombre habría recibido un trasplante de riñón en 2017, y había perdido gran parte de la función de los islotes pancreáticos, encargados de controlar los niveles de glucosa en sangre, por lo que dependía de múltiples inyecciones de insulina diariamente.

«Corría un gran riesgo de sufrir complicaciones graves por la diabetes», declaró a principios de este mes Yin Hao, uno de los principales investigadores del Hospital Changzheng de Shanghái, al medio de comunicación The Paper, con sede en Shanghái.

33 MESES SIN INSULINA EXTERNA

En julio de 2021, el paciente recibió el innovador trasplante celular, y tan solo once semanas después, se reportó que el hombre ya no necesitaba insulina externa. Además, la dosis de medicación oral para controlar los niveles de azúcar en sangre, se redujo gradualmente, y pudo suspender por completo un año después.

«Los exámenes de seguimiento mostraron que la función de los islotes pancreáticos del paciente se había restaurado eficazmente», explicó Yin. Y hasta la fecha, el paciente lleva 33 meses sin recibir insulina.

Este avance médico, logrado por un equipo de médicos e investigadores de instituciones como el Hospital Changzheng de Shanghai, el Centro de Excelencia en Ciencia Celular Molecular de la Academia China de Ciencias y el Hospital Renji, todos con sede en Shanghai, se publicó en la revista Cell Discovery el pasado 30 de abril.

«Este estudio representa un avance importante en el campo de la terapia celular de la diabetes», declaró Timothy Kieffer, profesor del departamento de ciencias celulares y fisiológicas de la Universidad de Columbia Británica (Canadá).

MECANISMO DE ACCIÓN DE LA DIABETES

Como es bien sabido, la diabetes es una enfermedad crónica que afecta al modo en que el organismo convierte los alimentos en energía: lo que consumimos se descompone en glucosa y se libera al torrente sanguíneo. La insulina, producida por los islotes del páncreas, es esencial para regular los niveles de azúcar en sangre.

Sin embargo, en la diabetes, este sistema no funciona adecuadamente, bien sea porque el organismo no produce suficiente insulina, o porque no puede utilizar eficazmente la insulina que produce.

La diabetes tipo 2 es el tipo de diabetes más común (afectando a casi el 90% de los pacientes), y está relacionada con la dieta y el estilo de vida, pero aún así independientemente del tipo de diabetes, no mantener unos niveles normales de glucosa en sangre a lo largo del tiempo puede acarrear graves efectos secundarios, como cardiopatías, pérdida de visión y enfermedades renales.

NUEVOS ENFOQUES DE INVESTIGACIÓN PARA LA CURA DE LA DIABETES

Científicos de todo el mundo investigan el trasplante de islotes como alternativa prometedora, principalmente mediante la creación de células similares a los islotes a partir de cultivos de células madre humanas.

El equipo utilizó y programó células mononucleares de sangre periférica del propio paciente, explicó Yin, que luego se transformaron en «células semilla» y reconstituyeron el tejido de los islotes pancreáticos en un entorno artificial.

Aunque los datos preclínicos del equipo de Kieffer respaldan el uso de islotes derivados de células madre para el tratamiento de la diabetes de tipo 2, el informe de Yin y sus colegas es, por lo que sabe Kieffer, «la primera prueba en humanos».

Según Yin, este avance supone otro paso adelante en el campo relativamente nuevo de la medicina regenerativa, en el que se aprovechan las capacidades regenerativas del propio organismo para tratar enfermedades.

«Nuestra tecnología ha madurado y ha ampliado los límites en el campo de la medicina regenerativa para el tratamiento de la diabetes», concluyó, citado por María Camila Sánchez en un artículo en medicinaysaludpublica.

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Especiales

Documentan cirugía de hace 4 mil años para tratar el cáncer

Un equipo internacional de investigadores ha estudiado dos cráneos humanos de miles de años de antigüedad

Por Eurekalert

Foto Deborah Pirchner

Por los textos del pasado sabemos que, para su época, los antiguos egipcios eran excepcionalmente hábiles en medicina. Por ejemplo, podían identificar, describir y tratar enfermedades y lesiones traumáticas, construir prótesis y colocar empastes dentales. Otras afecciones, como el cáncer, no podían tratarlas, pero podrían haberlo intentado.

Para examinar los límites de los tratamientos traumatológicos y oncológicos en el antiguo Egipto, un equipo internacional de investigadores ha estudiado ahora dos cráneos humanos de miles de años de antigüedad.

«Vemos que, aunque los antiguos egipcios eran capaces de tratar fracturas craneales complejas, el cáncer seguía siendo una frontera del conocimiento médico», afirma Tatiana Tondini, investigadora de la Universidad de Tubinga y primera autora del estudio publicado en Frontiers in Medicine.

«Este hallazgo es una prueba única de cómo la antigua medicina egipcia habría intentado tratar o explorar el cáncer hace más de 4.000 años», añadió el autor principal del estudio, el profesor Edgard Camarós, paleopatólogo de la Universidad de Santiago de Compostela. «Se trata de una perspectiva nueva y extraordinaria en nuestra comprensión de la historia de la medicina».

CORTAR EL CÁNCER

«Queríamos conocer el papel del cáncer en el pasado, la prevalencia de esta enfermedad en la Antigüedad y cómo interactuaban las sociedades antiguas con esta patología», explicó Tondini, en un artículo de Eurekalert.   

Para ello, los investigadores examinaron dos cráneos conservados en la Colección Duckworth de la Universidad de Cambridge. El cráneo y la mandíbula 236, fechados entre 2687 y 2345 a.C., pertenecían a un individuo masculino de entre 30 y 35 años. El cráneo E270, datado entre 663 y 343 a.C., pertenecía a un individuo femenino mayor de 50 años.

En el cráneo 236, la observación microscópica mostró una lesión de gran tamaño consistente con una destrucción excesiva del tejido, una afección conocida como neoplasia. Además, había una treintena de lesiones metastásicas pequeñas y redondas diseminadas por el cráneo.

Lo que dejó atónitos a los investigadores fue el descubrimiento de marcas de corte alrededor de estas lesiones, que probablemente se hicieron con un objeto afilado, como un instrumento metálico. «Cuando observamos por primera vez las marcas de corte al microscopio, no podíamos creer lo que teníamos delante», dijo Tondini.

«Parece que los antiguos egipcios realizaban algún tipo de intervención quirúrgica relacionada con la presencia de células cancerosas, lo que demuestra que la medicina del antiguo Egipto también llevaba a cabo tratamientos experimentales o exploraciones médicas en relación con el cáncer», explicó el coautor, el profesor Albert Isidro, oncólogo quirúrgico del Hospital Universitario Sagrat Cor, especializado en egiptología.

CÁNCER EN LA ANTIGÜEDAD

También el cráneo E270 muestra una gran lesión consistente con un tumor canceroso que provocó la destrucción del hueso. Esto puede indicar que, aunque el estilo de vida actual, el envejecimiento de las personas y las sustancias cancerígenas del medio ambiente aumentan el riesgo de cáncer, éste también era una patología común en el pasado.

En el cráneo E270 también hay dos lesiones cicatrizadas de lesiones traumáticas. Una de ellas parece haberse originado en un suceso violento a corta distancia con un arma afilada. Estas lesiones cicatrizadas podrían significar que el individuo recibió potencialmente algún tipo de tratamiento y, como resultado, sobrevivió.

Sin embargo, ver una herida de este tipo en una mujer es poco frecuente, y la mayoría de las lesiones relacionadas con la violencia se producen en varones. «¿Estaba implicada en algún tipo de actividad bélica?», se pregunta Tondini. «Si es así, debemos replantearnos el papel de la mujer en el pasado y su participación activa en los conflictos durante la Antigüedad».

No obstante, los investigadores también señalaron que el estudio de los restos óseos conlleva ciertos retos que dificultan las afirmaciones definitivas, sobre todo porque los restos suelen estar incompletos y no se conoce su historial clínico. «En arqueología trabajamos con una parte fragmentada del pasado, lo que complica un enfoque preciso», señaló Isidro.

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor DeepL.com

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Salud

Exposición a espacios verdes protege la salud cardiovascular

Este estudio intentó aclarar la relación entre los espacios verdes y la salud cardiovascular basándose en datos de 2.200 personas mayores de 65 años

Por CIBER ISCIII

Foto CIBER ISCIII

Un nuevo estudio señala que vivir cerca de áreas verdes tiene efectos beneficiosos en la salud cardiovascular de las personas mayores.  Los resultados, publicados en la revista Environmental International, muestran una correlación inversa entre la densidad residencial a espacios verdes y los niveles circulantes de diferentes biomarcadores vinculados al riesgo cardiovascular, así como con una reducción moderada en el riesgo de padecer eventos cardiovasculares a medio plazo.

El trabajo, liderado por Esther García-Esquinas, investigadora del área de Epidemiología y Salud Pública del CIBER (CIBERESP) y del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, ha contado con la colaboración de expertos de la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Alcalá de Henares, la Escuela de Salud Pública de Boston en Estados Unidos y el Centro de Investigación Urbana de la Universidad RMIT de Melbourne en Australia.

Beneficios de los espacios verdes en la salud cardiovascular

Este estudio intentó aclarar la relación entre los espacios verdes y la salud cardiovascular basándose en datos de 2.200 personas mayores de 65 años, sin historial previo de enfermedad cardiovascular y residentes en zonas densamente pobladas de la Comunidad de Madrid.

El personal investigador midió la exposición a espacios verdes utilizando el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI) a diferentes distancias de los hogares de los participantes. Además, evaluaron la exposición al tráfico, el entorno del vecindario, la facilidad para caminar del vecindario y los recursos socioeconómicos según su censo.

El trabajo identifica varios factores mediadores en estas asociaciones. Entre ellos, se incluyen una menor exposición al tráfico y una mayor facilidad para caminar en áreas urbanas con alta densidad de espacios verdes, junto con mejoras en la capacidad funcional y una reducción en la prevalencia de factores de riesgo biológico para enfermedades cardiovasculares. Algunos de los beneficios de los espacios verdes son especialmente notables en personas con bajos ingresos y en mujeres.

“Este estudio resalta la importancia del acceso a áreas verdes en entornos urbanos para la salud cardiovascular de los adultos mayores, ofreciendo beneficios más allá del mero disfrute de un entorno natural” tal como señala la doctora García-Esquinas.

El trabajo también ha contado con la colaboración de expertos de la Universidad de Alcalá de Henares, la Escuela de Salud Pública de Boston en Estados Unidos y el Centro de Investigación Urbana de la Universidad RMIT de Melbourne en Australia.

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