Por Ética Prensa
/ Foto OCU
¿Por qué pese a las conclusiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre los alimentos generadores de cáncer no se ha disminuido el consumo de estos productos? Es una interrogante presente en los preocupados por detener esta enfermedad en el orbe.
La OMS concluyó en 2015 que existen bastantes evidencias para clasificar como carcinógena para los humanos la carne procesada. Esta se colocó en el conjunto de sustancias peligrosas como el alcohol, el plutonio, el humo del tabaco y el aire contaminado.
El organismo especificó que las salchichas y otras carnes procesadas son causantes de cáncer. Comer jamón, tocino y salchichas, carne en conserva o en lata originan cáncer de colon, alerta el estudio.
En un informe expuesto en mayo de 2022 durante el Congreso Europeo de la Obesidad, la OMS relaciona el exceso de peso con 13 tipos de cáncer y con 1,2 millones de muertes al año, el 13% de las generadas en Europa.
El extenso documento de la OMS, citado por las investigaciones de la International Agency for Research on Cancer (IARC), y reseñado por La Vanguardia, asegura que el exceso de peso es una de las causas de heterogéneos tipos de cáncer.
Es el caso del cáncer del riñón, hígado, vesícula biliar, ovarios, páncreas, esófago, de mama (en mujeres postmenopáusicas), del colorrectal, del mieloma y del meningioma, entre otros, precisó el análisis.
En el trabajo se presume, asimismo, la conexión del sobrepeso con el cáncer el de laringe y el de faringe, de boca, próstata y algunos tipos de linfoma.
En todo caso, los embutidos son causantes de parte del exceso de peso de no pocos en el orbe. Sin embargo, parece que no es tan extendida la información de estos riegos en muchos países.
AUMENTO DEL CONSUMO
Según un análisis publicado en la revista BMJ Global Health, la crecida mundial del comercio de carne roja y procesada en los últimos 30 años se halla sujeta al aumento de las enfermedades relacionadas con la ingesta de comida.
A juicio de los estudiosos, deben integrarse de forma urgente las políticas sanitarias, las agrícolas y comerciales de los países importadores y exportadores en procura de disminuir las consecuencias de este asunto para la humanidad.
El estudio se fundamenta en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y sus datos sobre la producción y el comercio de carne desde 1993 a 2018 para 154 países.
El trabajo se centró en 14 rubros de carne derivada de cerdo, vacuno, cordero y cabra, y seis artículos procesados de carne de cerdo y vacuno, conservados por salado, ahumado, curado o mediante químicos.
LA OTRA PARTE
En la otra acera se ubican los dolientes de las empresas del ramo. La mayoría juzgó de lamentable la conclusión de la OMS, por lo cual desde el mismo 2015, desarrollan una pugna en los campos comerciales a fin de exponer, sobre todo, las consecuencias económicas.
Se trata de «una falsa alarma sobre la carne roja y el cáncer», aseguró en 2015 en el Financial Times Gordon Guyatt, del Departamento de Epidemiología Clínica y Bioestadística de la Universidad McMaster (Canadá).
La aseveración de Guyatt se basó en la metodología Grading of Recommendations, Assessment, Development and Evaluation (GRADE), la cual transforma los resultados de los estudios observacionales en políticas de salud pública.
GRADE cuantifica el nivel de evidencia probada del riesgo sanitario de «alta» a «muy baja». Y en el caso de la carne roja y procesada, la escasa confianza en las pruebas sumada al pequeño aumento del riesgo asociado no justificaban la alerta, acotó el experto.
«Estas recomendaciones (de la OMS), que no realizaron una análisis en profundidad de todos los estudios disponibles, ni de la certeza que disponemos con este tema han hecho un flaco favor a mucha gente”, explicó en 2019 Pablo Alonso-Coello, investigador del Centro Cochrane Iberoamericano en el Instituto de Investigación Sant Pau.
El miembro del Centro GRADE de Barcelona, citado por El Español, es parte del trabajo publicado en la revista Annals of Internal Medicine. Este informe enfatiza que no hay necesidad de reducir el consumo de carne roja y procesada.
Las conclusiones asumen que se halla insuficientemente probada la relación causa-efecto entre estos alimentos y un aumento de la mortalidad. Y aunque se probase, comer menos carne “ofrece escasos resultados para la salud”.